Asociación de la coordinación motriz con la actividad física y el índice de masa corporal en escolares entre 10 y 12 años, en el área urbana del municipio de Zarzal-Valle
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Fecha
2016
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Editor
Universidad Autónoma de Manizales
Resumen
Si tan solo al nivel escolar de los niños entre 6 y 12 años se le diera la importancia suficiente al desarrollo de los procesos inherentes a la coordinación como capacidad motriz, se podría dilatar en gran mesura la reducción de dichas capacidades, ya que a medida que se da la maduración infantil y su crecimiento, se va en decadencia de las propias capacidades, así mismo la pérdida de las edades sensibles para su desarrollo, algo a lo que Weineck llama “La ley del tren perdido” que se refiere al tiempo que no se supo aprovechar para desarrollar las capacidades coordinativas, y, que así se pretenda desarrollar posteriormente ya no tendrán la misma efectividad ni adaptabilidad fisiológica. Ruiz Pérez manifiesta, que un déficit madurativo de la coordinación respecto a los niveles correspondientes con la edad cronológica, presenta en el niño deficiencias en el desarrollo de las capacidades coordinativas, evidenciado en trastornos tale como: inconsistencia en sus actuaciones; persistencia; ser incapaces de separar sus actuaciones de las que realizan; asimetrías en las acciones corporales; problemas de equilibrio dinámico, inestabilidad y temor; inestabilidad y falta de control motor tras realizar tareas complejas; sinestesias; incapacidad para seguir ritmos; incapacidad para controlar la fuerza y dificultades en la planificación motriz de las acciones. Los aspectos y limitaciones que pueden afectar a la coordinación motriz son la herencia, el nivel de condición física general, la edad, la fatiga tanto física como psíquica, el nivel de aprendizaje (grado de automatización de los movimientos), el segmento corporal implicado (normalmente los brazos tienen mayor capacidad coordinativa que las piernas), la simetría de movimientos (hemilateral o ambilateral), el sentido de dirección del movimiento (normalmente los movimientos son más fáciles de coordinar hacia delante y en el plano horizontal), etc. La coordinación crea una buena organización de los gestos motores del niño, refiriéndola muchos autores, entre ellos Camerino y Castañer 1992, citados por Pozo (6), como la capacidad de regular de forma precisa la intervención del propio cuerpo en la ejecución de la acción justa y necesaria según lo requiera una acción motriz.